viernes, 14 de abril de 2017

Prólogo


Allá por finales de los años 90, muchos pensábamos que viviríamos un renacimiento del espíritu de los 80. Pensábamos que el espíritu de lucha utilizaría internet. La música, el conocimiento, ... la gente se podía poner en contacto. Todo parecía tan rápido y tan prometedor... En aquellos tiempos las conexiones eran a través de módem, conseguir descargar una canción suponía horas de  paciencia, y suerte. Y aún así podía pasar (y pasaba) que el usuario al otro lado se desconectase. Así pues, no fue más que mera casualidad trabar contacto con John. John tenía una discoteca de un tamaño que yo apenas podía imaginar. Mientras yo asaltaba, Kb a Kb, sus tesoros, trabamos cierta amistad.

Además de aprender sobre música, John me explicó el camino que había seguido para obtener su discoteca. La música era una pasión de años. Había podido ver muchos conciertos desde su adolescencia en Nueva York. Durante su época universitaria había encontrado otra pasión; Los ordenadores y la programación. Podía combinar ambas pasiones y conociéndole, es fácil imaginarlo sentado en su pequeña habitación compartida, con sus auriculares y verdes trozos de código zigzagueando por la pantalla.

No os equivoquéis. John no era uno de esos tipos asociales, un arquetipo de ingeniero. Tenía sus grupos de amigos, por los que cortaba sin ninguna piedad la conexión. Su trabajo no le absorbía especialmente. Trabajaba para una pequeña agencia del gobierno de EE.UU., la cual se ocupaba de
análisis y metodologías de predicción del tiempo. Trabajaba con algoritmos y millares de datos globales, modificando y ajustando los códigos. En cuanto a mí ... Todavía no había comenzado mis estudios universitarios. Pensaba en ellos como un futuro cercano, pero mi concepción de lo que esperaba no era demasiado buena. Tenía muchos sueños de lo que uno podría hacer con un título de ingeniería mecánica.

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