jueves, 2 de noviembre de 2017

Capítulo 4 VI

A pesar del cabreo, eran las 18:00 cuando salí de la oficina y me dirigí a casa. Aún estaba rumiando el cabreo cuando atravesé uno de esos parques de Madrid, donde la tierra roja parece parte de la naturaleza en sí misma y unos cuantos árboles que parecían estar en la UCI. Ya sabes, con los soportes para que crezcan derechitos, los tubos de riego gota a gota, una redecilla al rededor para que los niños o los perros no se acerquen. Total que por allí estaba cruzando cuando Jesús apareció de la nada, cosa poco sorprendente pues es conocido precisamente por eso. De dónde realmente no lo sé ,pero seguro que  no de detrás de uno de aquellos escuálidos arbolitos. En cualquier caso apareció, como digo, de la nada y comenzó a caminar junto a mí.

No nos habíamos visto desde mi vuelta, es decir, desde la semana anterior, antes de mi viaje a Londres. O al menos yo no le había visto a él.

--Tenemos trabajo para hacer -- Lo dijo sin acritud, simplemente constatando los hechos.

-- Lo sé, ha sido un día largo ...-- No quería justificarme, pero por otra parte necesitaba dejar escapar mi frustración. Jesús asintió profundamente, comprensivo, pero su gesto no cambió. Por una parte Jesús era un tipo eminentmente práctico y si no podía cambiar la situación, como en este caso, que no le afectaba directamente y además pertenecía al pasado, podía escuchar educadamente, pero le importaba un nabo.

-- Ven conmigo, tengo novedades para tí -- Al final del parque, giró a la derecha y le seguí. El tiempo era mejor que en Londres, en el sentido de que era más seco pero también más largo. De hecho, empezaba a anochecer ahora y en algunas calles, según su orientación, las farolas empezaban  a desperezarse.

Mientras caminábamos, Jesús empezó a contarme las cosas que había hecho bien y las que había hecho mal en el viaje a Londres. Después de unos minutos, nos encontramos caminando por la avenida de la Gran Vía de Hortaleza, rebosante de tráfico de hora punta. Jesús cambió de asunto para hablar de la reunión en sí

-- El feedback que me han dado es bueno, tenemos que centrarnos en reclutar gente aquí y rápido --

-- Qué hay de la lista que te pasé? --
-- La lista es buena, ahora hablaremos de ello -- y se detuvo frente a un portal. Me detuve junto a él, primero un poco sorprendido, pero ví que tenía una llave en la mano. Sin decir nada abrió la puerta y subió las escaleras hasta el segundo piso, donde sin detenerse demasiado abrió una de las puertas y entró en el recibidor, sosteniendo la puerta abierta e invitándome a entrar.

Tras cerrar la puerta y encender la luz del recibidor habló por primera vez.
-- Este será nuestro piso franco, aquí nos reuniremos a partir de ahora. En caso de que no nos encontremos aquí, conoces los buzones muertos y los puntos de encuentro alternativos. Cuando estés en casa has de correr siempre las cortinas de la cocina. -- me dijo mostrándome la cocina. -- Hay dos dormitorios, uno de ellos lo convertiremos en dormitorio, en caso de que nos quedemos a dormir y  el otro lo utilizaremos como sala de trabajo. El salón está un poco expuesto -- señaló al edificio de enfrente a través de las ventanas. Con un poco de esfuerzo podría chocar las cinco con el vecino -- por lo que lo usaremos de salón -- . Al llegar a los dormitorios noté que a diferencia del salón y la cocina, no estaban amueblados. Había una pila de cajas de ikea en cada habitación. Con una ligera patada a una de las cajas, Jesús me miró y dijo -- Tenemos que montar esto, pero ahora es muy tarde. Mañana has de salir más temprano, ok?-- entonces me alcanzó unas llaves, que supuse que eran una copia de las llaves del piso.

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