sábado, 14 de abril de 2018

Capítulo 5 V


Grimbsby, Reino Unido, 20 Junio 2009



Hacía casi tres años que no nos veíamos. Cuando terminó la carrera, Diego Ristón tardó exactamente tres semanas en hacer su primera entrevista y, menos de un mes después, había firmado el contrato con una conocida empresa de construcción e infraestructuras.

Después de pasó varios años en Sudamérica tirando hormigón, llevaba algo más de un año en Grimsby, Reino Unido. Su trabajo consistía en la supervisión y dirección del montaje de plantas eólicas, tanto en tierra como en el mar.

Tenía reservada una habitación con desayuno cerca del People's Park, cerca de la estación y no muy lejos del puerto. Mi plan era encontrarle y tenía cuatro días para ello y un quinto para hablar con él. Mi cobertura era como técnico para una empresa de mantenimiento y reparación de maquinaria, y con mi cobertura quiero decir que es lo que le había contado a todo aquel que quisiera escuchar. Iba a visitar una empresa local de conservas de pescado.

Junto la estación de tren compré un mapa de la ciudad y de la región. Me dirigí con mi mochila hacia el hotel. Llevaba un pequeño maletín con algunas herramientas y un grueso cuaderno, en el que había escrito desde que lo compré y había sometido a los dos a tan mal trato como me había sido posible, para darles un aspecto muy usado. Había tenido un éxito envidiable.

Después de los preliminares en el B&B conseguí direcciones para ir a un sitio donde comer algo y que, probablemente, me permitiría sobrevivir a la experiencia. En el camino de vuelta me agencié unas cuantas barritas, algo de chocolate y un par de litros de agua.

El trabajo preliminar ya estaba hecho, Jesús había pasado dos semanas en Grimsby. Gracias a él conocía los horarios y hábitos y sabía que al día siguiente iría a correr a un parque cercano a su casa. Normalmente hacia las 18:00. También sabía que en esta semana habría poco trabajo, porque no estaban recibiendo material, así que esperaba que la inminente lluvia no le echase para atrás.

Dediqué la mayor parte de la mañana a reconocer las zonas más importantes. Dónde vivía, la playa por donde corría, el aparcamiento donde nos encontraríamos, el camino entre los dos y después de comer, un sitio para la segunda entrevista, y las rutas de escape, en caso de que algo saliera... mal.

A las 17:45 llegué otra vez a la zona de la playa. Me senté en el muro de ladrillo que delimitaba un pequeño parque, junto a una rotonda. Una de las calles que salía de la rotonda llevaba directamente a la playa y a una pequeña zona de aparcamiento. A estas horas los últimos fans del minigolf cercano estaban casi listos para irse a casa.

El Vauxhall 2006 gris de leasing pasó despacito por la rotonda. Después de ver dónde el coche estaba aparcado, me quedaba un rato hasta que Diego volviese, así que me hice el turista, sacando fotografías del paseo y los edificios en la luz .

Conseguí ajustar mi tempo para acercarme a él justo a tiempo. Es más difícil de lo que parece pero la clave está en adelantarse un poco y después ajustar tu caminar a la baja. Generalmente la gente no está pendiente de la velocidad a la que camina alguien a 20 m. No presentan un peligro de colisión instantánea.

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