viernes, 22 de septiembre de 2017

Capítulo 4 I

Mi lista de tareas, después de la conversación con Boone, era bastante sencilla: primero, crear una red europea y segundo, crear una infraestructura de ingeniería para levantar el proyecto.

Durante dos semanas después del trabajo me reuní con Jesús para aprender los básicos de la contravigilancia, buzones muertos y estrategias para realizar contactos con un agente desconocido.

Los sábados era el día que tenía libre, pero los domingos era el día cuando me ocupaba del "`proyecto"'. Por un lado estaba compilando una lista de gente cuyas habilidades y características serían de utilidad para formar un equipo europeo, el cual sería capaz de transplantar la sociedad actual. Para ello eran necesarias características profesionales, como medicina por ejemplo, pero también otras habiliades sociales.  Para cada uno de los candidatos debía rellenar un formulario donde, además de los datos de contacto se detallaban las razones y una somera lista de control que ayudaba a definir los rasgos de personalidad. Cada vez que completaba uno de los formularios, cuya plantilla estaba en el ordenador de Boone, se lo pasaba a Jesús.

Su tarea, en este caso, consistía en recabar datos y compilar un informe junto con una recomendación. En "` La base"' como Jesús la llamaba, el mismo comité que había aprobado a los integrantes del equipo estadounidense, tomaría la decisión respecto a estos candidatos.

Por lo que me había contado Boone, este comité estaba formado por dos Piscólogos, un matemático, un ex-sargento. Solo tiempo después supe que uno de los psicólogos era Robert, un marino de guerra que había navegado durante 40 anos. Pero eso viene después.

En esas dos semanas habían sido clave para prepararme para el primer contacto con el equipo de Londres. Por una parte, todo lo que había aprendido de Jesús y por otra, prepararme mentalmente para lo, que, a fin de cuentas, era mi primer paso en todo esto.

 Londres, Mayo 2009

El viaje a Londres estaba planeado sobre el fin de semana. Jesús iba a venir conmigo, aunque viajaríamos por separado y él iba a ser mi sombra. Llendo todo bien, no necesitaríamos interactuar.

El viernes me llevé la bolsa de viaje al curro. Diego, acostumbrado a que me quedasa en casa el fin de semana, estuvo a punto de entrar en shock. Él sería el último en dejar la casa el viernes y, el jueves por la noche, se sentó delante de mi mientras preparaba un sandwich para preparar un plan. Qué había que desenchufar, qué puertas había que cerrar, si había que meter el felpudo, ... Para cuando se dió por satisfecho, yo ya había terminado el sandwich y estaba haciendo mi lista mental para la maleta.

A las 16:30 cerré mi ordenador, me despedí de mi compañera de mesa y me fui pitando al metro, que empezaba estar estrecho, pues la gente estaba cogiendo momento para el fin de semana. Así tanto, que una vez dejada atrás la ciudad, aproximadamente la mitad de los pasajeros eran españoles que iban de aventura de fin de semana. Para  mi desencanto, muchos de ellos iban derechitos a Londres.

En ningún momento vi a Jesús, pero de eso se trataba, por una parte, y por otra no era lo suficientemente estúpido como para ponerme a buscarlo.

El vuelo transcurrió sin novedades, la luz que entraba por la ventanilla era la de un precioso atardecer con ...And Justice for all en mi fiel mp3 y 1974     Help, I Am Being Held Prisoner de     Donald E. Westlake. Me armé con mi Osyter Card en el aeropuerto que había al otro lado de la puerta del avión y pronto estaba teniendo la misma experiencia que en el Metro de Madrid... porque prácticamente era la misma gente. Hasta cierto punto el viaje era un chollete, porque lo único que tenía que hacer era coger los vuelos y sentarme. Todo el plan estaba preparado (con mucho amor por parte de Jesús). El jueves había preparado mi trayecto hasta mi hotel, que estaba bastante central y a unas dos calles de distancia del hotel donde tendría lugar el encuentro con mis contactos.
 

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