viernes, 22 de septiembre de 2017

Capítulo 4: Movimientos de Apertura

 Pacífico sur, Febrero 2009


Entre los trópicos y el ecuador existen multitud de archipiélagos montañosos. Generalmente se componen de una barrera de coral que cierra una laguna de proporciones variables, sobre la que sobresalen varias islas. Estos atolones tienen en su mayoría un origen volcánico, aunque no necesariamente continúan siendo centros de actividad volcánica. Por lo están bastante aislados de lo que conocemos por ``el mundo moderno'' y están comunicados a través de sencillos aeropuertos y visitas ocasionales de barcos mercantes.

No todos están habitados, y de los que lo están, la gran mayoría vive del turismo y exportar unos pocos productos: artesanía y algunos productos a base de pescado. Entre ellos está un atolón de medianas dimensiones, con un gran archipiélago, que en sus mejores tiempos sirvió como base a la Flota Imperial Japonesa durante la IIa Guerra Mundial. Su período de gloria terminó en Febrero de 1944, con los torpedos y bombas de la Fuerza de Ataque 58 de los Estados Unidos. Por su localización, este atolón  suponía una base avanzada bastante cómoda para la flota japonesa. A unos 1000 km de Nueva Guinea y unos 500 km de Micronesia, el atolón estaba lo suficientemente cerca para ser cómodo y lo suficientemente lejos para considerarse aislado.

En la actualidad, la población es escasa, las infraestructuras prácticamente inexistentes y totalmente enfocadas al turismo. La población, de unos 10000 habitantes, se concentra principalmente en dos de las islas más grandes. La tercera

En la actualidad Los orgullosos naufragios de la Flota Imperial Japonesa  sirven como principal atractivo turístico para buceadores y, para los isleños, con su principal fuente de ingresos: el turismo subacuático. Siendo esta la principal fuente de ingresos de la comunidad, es de comprender el estado poco desarrollado y la población vacilante.Al fin y al cabo el turismo que únicamente busca buceo deportivo no es comparable con el turismo que busca saltar desde el balcón del hotel después de haberse bebido una botella de vodka. Este atractivo escondía un gran problema. Entre los naufragios se contaban varios tanqueros que contenían varios miles de toneladas de  combustible para buques, aviones y otros vehículos. Asimismo, muchos de los otros buques aún tenían sus depósitos de combustible llenos. El paso de los años había corroído los restos de tal manera, que algunos de los buques empezaban a tener pérdidas perceptibles.

El estado soberano de las islas no podía mantener un sistema educativo o social, con lo que contratar una empresa para que emprendiese un rescate estaba totalmente fuera de lugar. Repetidas peticiones a los EE. UU.  Y  Japón habían fracasado. Sin embargo, a finales de 2008, una empresa norteamericana ofreció un trato inmejorable, a saber: ellos recuperarían el combustible a coste cero, porque se lo llevarían y utilizarían los beneficios. Las islas cederían una parte de territorio para la utilización de la empresa, básicamente un depósito de material y algunas viviendas temporales para los trabajadores. Lejos de ser un foco de atención mediático, diversas iglesias siguen teniendo misiones activas en el Pacífico y son extremadamente celosas de cualquier competencia, especialmente de las deshumanizadas empresas. Por su parte, varios grupos ecologistas están interesados en la enorme biodiversidad de la laguna. Por supuesto el petróleo es enemigo, pero las compañías también. Por esta razón, un representante de la empresa mantuvo varias reuniones con ambas partes. El coste no sería cubierto por el crudo recuperado casi con total certeza, sin embargo todo sería una maniobra comercial. El método utilizado era el mismo que otras empresas ya utilizaban en naufragios, con lo cual estaba probado, pero la empresa buscaba algo grande para hacerse publicidad y distanciarse. La idea era probar que el método revolucionario (que no lo era) les permitía llevar a cabo operaciones en condiciones extremas (que no lo eran, pues los pecios se encontraban a poca profundidad y en una laguna)  y de paso hacer una labor humanitaria. La jugada era buena, pero los japoneses no opinaban lo mismo. Para ellos aquello era un cementerio y un monumento. Las asociaciones americanas también, cementerio principalmente del enemigo claro y monumento a la paliza que les habían dado. Así pues, la idea era realizar las operaciones rápida y silenciosamente, documentarlo bien en video, con la ayuda de algunos biólogos marinos. --Posiblemente podamos recuperar gran parte del coste vendiendo el crudo en latas  de 0.2 l, como recuerdo-- le dijo el representante de la empresa a los ecologistas durante la reunión. Los ecologistas decidieron hacer la vista gorda por el momento, simplemente insistieron que el buque nodriza donde se almacenaría el crudo rescatado debería permanecer fuera de la laguna. En lo que respecta a la iglesia, los sacerdotes decidieron que ellos no estaban para ocuparse de asuntos terrenales. Puesto que los equipos de trabajo sólo planeaban tener contacto con un puñado de locales, conocedores de las aguas y con aquellos elementos locales para efectuar los mínimos trámites legales (por un lado la compañía no deseaba largos trámites y por otro la estructura local tenía más bien poco que ofrecer en el apartado de burocracia) ninguno de los campos de competencia de la iglesia se veía seriamente afectado y en el mejor de los casos, la intervención de una sucia compañía capitalista en una empresa humanitaria era claramente intervención divina.

Con todo atado, en febrero de 2009 dos buques llegaron al atolón. El buque nodriza que acumularía el crudo atracó en la laguna, pero muy en el borde y el buque de rescate, junto con equipos auxiliares fondeó frente al terreno cedido, que desapareció pronto tras unas vallas de tres metros de alto. Mientras un equipo de la compañía hacía labores de reconocimiento en los pecios, un tercer buque con equipos fondeó frente al nuevo muelle improvisado en el campamento. Aunque conectado por una pista con una carretera, prácticamente no hubo ninguna salida por esta vía en los dos primeros meses. El equipo llegaba por mar, mayoritariamente en contenedores de variados colores. Los locales notaron que, si bien los contenedores eran de tamaños y colores variados, todos tenían un logo pintado, en blanco, del tamaño de una revista.




 Tras esos dos meses, gran parte del equipo inicial empezó a volver a Estados Unidos y algunos nuevos integrantes llegaron. Entonces empezó la extracción y la filmación.

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