jueves, 21 de diciembre de 2017

Capítulo 4 IX

Después de la reunión tuve una conversación con el responsable de los subcontratados. Traté de explicarle la situación. Realmente no había nada que yo pudiese hacer. En cierta medida me sentía como si estuviese traicionándole. Los muchachos habían hecho un gran esfuerzo. Sus condiciones no eran especialmente buenas. La sala donde trabajábamos estaba protegida por una cerradura electrónica. Ésta se activaba con la tarjeta. Los baños estaban fuera, así que había que salir y entrar cada vez... Para ellos, cada vez que abrían para salir, el sistema descontaba del tiempo de trabajo que estaban fuera.

Aquel lunes salí temprano del trabajo, cogí el metro hacia el norte. Al salir del metro, me encontré en una calle relativamente ancha, con edificios a ambos lados, de media altura, en su mayor parte de ladrillo rojo y ajado por el tiempo. En cada uno de los edificios había varias empresas. Lo que no había era mucho aparcamiento, La acera era estrecha y entre la acera y la carretera había gran número de coches apartados, en batería contra la acera y otra línea a lo largo de la carretera, en paralelo, Las oficinas de InGnio InGnieros estaban a casi un kilómetro de distancia desde el metro, pasado un colegio no muy distinto al colegio donde yo mismo había estudiado. Los barrotes en la verja pintados de verde, capa sobre capa hasta que los perfiles del metal habían perdido su definición. Polvo de la carretera, de los ladrillos y de los parterres llenos de tierra rojiza y vacíos de plantas volaba con los coches que circulaban a más de 50 km/h y se depositaba en todas las superficies posibles.

En algún momento del pasado el edificio de cuatro alturas había tenido portero. La puerta se abrió cuando pulse el llamador. La portería estaba cerrada, el cristal cubierto por un cartón amarillento. El ascensor era nuevo, Thyssen, con  una luz azul que parecía fuera de lugar. Se cerró con un suspiro y una voz suave me informó de que estábamos subiendo.

La recepción era diminuta y estaba desierta. Mi contacto, de personal, vino a recogerme. Una chica morena de unos 30 y tantos, con un traje con chaqueta crema y zapatos a juego bajos. Tópico?, quizás, pero por teléfono sonaba dulce y divertida, por lo que me había esperado otra cosa. Le seguí hasta una sala de reuniones con una mesa baja y sillas mullidas, en la que colgaba un poster de InGnio InGnieros. Cumpliendo con el protocolo, me ofreció algo de beber y acepté agua agradecido. Aunque no estaba especialmente nervioso (al fin y al cabo, hasta ahora todo era muy normal) el polvo se hacía notar y mi garganta estaba seca.

Natalia volvió con el agua y se sentó diametralmente opuesta a mi. Se sentó en un taburete que estaba junto al cartel y, a pesar de que no podía medir más de 1,50 m, su cabeza estaba más alta que la mía, lo que me obligó a reclinarme un poco hacia atrás. En tono distendido repasó el tema de la documentación y mis tareas. estaría a cargo de un equipo de ingeniería dependiente directamente de la matriz Green Island cuyo nombre sería "`Special Developments"'. La base estaría en Colonia y yo tendría dos semanas de aclimatamiento. Me harían un hueco en la sala común. En los próximos días tendríamos una reunión extra con mi contacto en InGnio InGnieros y con el jefe de ingeniería de Green Island.

Charlamos un poco más, poco a poco derivando hacia temas más banales hasta que me invitó a pasarme, el fin de semana, por un evento de "`team Building"' que organizaba la empresa. Por una parte sentí el impulso de preguntarle si ella iba a estar allí. Por otra no quería parecer un imbécil, así que me decidí por la carta del inseguro y de disimularlo bien, así que simplemente le pregunté en qué consistía y dónde iba a tener lugar. Dado que mi tiempo libre estaba dictado por Jesús y sus entrenamientos, posiblemente no tendría tiempo.

Después pasamos a lo interesante, que era la oferta de trabajo en sí misma. El sueldo que me ofrecían era de 50000 Euros brutos anuales, lo cual era una salvajada comparado con los 32000 que yo estaba cobrando en aquel momento, pero al fin y al cabo se suponía que yo iba a tomar cierta responsabilidad en la empresa. Hasta cierto punto daba igual, puesto que después de todo la civilización iba a ser destruida por las fuerzas de la naturaleza y todo eso... pero en el caso de que no, el dinerito en el banco no me iba a hacer daño. No se trataba de dudas, pero había estado pensado bastante en un "`Plan B"' por si todo aquello no salía bien y hasta dónde yo podía no involucrarme en algo ilegal... en caso de que salieran mal dadas. No era algo especialmente secreto. Había hablado de ello con Boone, quien en un primer momento se limitó a sonreír y asentir con la cabeza: -- con el tipo de persona que estamos buscando, es normal que salga este tema-- Puesto que la mayor parte de los integrantes del proyecto pensaba así, querían hacerlo todo lo más legal posible. Con lo cual, en caso de que las predicciones no fuesen mas que un montón de estiércol binario o que finalmente la civilización no terminase en la alcantarilla, yo habría hecho un movimiento acertado con mi carrera.

El siguiente punto era cuándo empezar. En un primer momento yo me había hecho expectativas de empezar cuanto antes, pero las cosas de palacio van despacio y la empresa estaba posponiendo todo un poco. Al fin y al cabo las oficinas de Colonia aún no estaban listas y no estaba claro qué tenía la empresa que aportarme a mí. De eso se trataba la reunión con los jefes precisamente. mi nueva amiga no sabía nada al respecto y no parecía tener demasiado interés, lo cual quizás era comprensible. Al fin y al cabo ella no había tenido que seleccionarme y, ahora era claro para mí, El objetivo de la reunión era saber quién era yo y de qué iba aquello. Tal y como yo lo entendía, Green Island había requerido mi participación y la apertura de "`Special Developments"' directamente bajo control de GI. No podía imaginar que la situación hiciera muy feliz al director de InGnio InGnieros.

Después de aclarar los puntos de las vacaciones y demás, acordamos que firmaría el contrato al día siguiente de la reunión y que la reunión tendría lugar a principios de la semana que viene. En este contexto, cuando me recordó la cita del sábado, entendí que posiblemente ella no estaría allí, sino el director. Decepcionante, pero el inseguro imbécil había acertado. Me despedí con un apretón de manos tipo pez muerto por parte de Natalia, pero con una bonita sonrisa. También me ofreció una bolsa de tela con "` el pack de comienzo en InGnio InGnieros"' a lo que respondí con cierta sorpresa, que se acentuó cuando la bolsa golpeó la mesa y produjo un horrible ruido de cristal. --Hay una taza, has de tener cuidado! --
Con la bolsa de tela segura en mi mochila, me encaminé hacia el ascensor y dejé que la entrevista pasara de forma acelerada por mi cabeza. Abrí el portal de aluminio y salí a la calle, donde la nube de polvo no había decrecido. La acera era estrecha entre los coches aparcados y la pared, así que ante la aparente falta de tráfico decidí circular por el asfalto  hasta una zona con acera más ancha. Al cabo de unos pocos minutos un vehículo se acerco por detrás. Me pegué a los coches aparcados, pero aún así pude percibir como el vehículo frenaba hasta prácticamente detenerse.

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