jueves, 4 de enero de 2018

Capítulo 4 XI

Las Tablas, Madrid, 2009


En Madrid se estaba poniendo de moda el padel, que tal y como yo lo entendía era una extensión del tenis para pijos vagos. Para aquel que no sepa de lo que estoy hablando es algo similar al tenis, pero con una raqueta más pequeña y mucho menos griterío. Nunca había tenido mucho interés en el tenis y esto del padel no me interesaba en absoluto. El caso es que el evento de "Team Building"' iba a ser un día de padel en un centro, perdón, club, en Las Tablas, al norte de Madrid.

La zona la conocía un poco, pues en su día yo había hecho un par de entrevistas por la zona. Aunque a vista de pájaro no estaba muy lejos de nuestro apartamento, para ir en Metro tenía que cruzar medio Madrid. Desde Nuevos Ministerios con la línea 10 hacia el norte, con mi mochila. Por supuesto en mi mochila llevaba mi (ahora mejorado) kit de supervivencia, pero el asunto era llevar "`ropa de deporte"' para no desentonar, es decir, unos pantalones cortos y una camiseta. No tenía ninguna intención de meterme en uno de esos cubículos de padel, pero en fin.

El asunto empezaba a las 10, lo cual supongo que puede ser considerado temprano. Lo cierto es que el metro no tenía nada que ver con el de por semana. Hasta Nuevos Ministerios estuve pensando en todas las cosas que se me venían encima; reclutar, organizar grupos de trabajo, el tema de operar en secreto, el cambio de empresa, trasladarme a Colonia... Aprender Alemán, el futuro en sí... Para cuando María Jesús Álvarez me informó de que estábamos en Nuevos Ministerios. Me dirigí hacia la línea 10 y nuevamente pude encontrar un puesto para sentarme sin problema. Esta vez rebusqué en mi bolsa y saqué el libro que estaba leyendo "`Strata"' de Terry Pratchett. Necesitaba dejar un poco de lado la ansiedad y ya había mirado 5 veces a mi alrededor para registrar las caras en mi vagón y en el andén y ahora después del cambio sin ningún tipo de alarma.

Cuando llegué, un tipo grande, con gafas de sol negras, pelo rapado y bigote-perilla perfectamente delineado y longitud homogénea de 2 mm me pidió, en tono grave y casi susurrando, la acreditación de la empresa. Después de explicarle la situación, su respuesta sentó el tono de nuestra relación

-- Pues no puedes pasar.-- Señaló unas hojas de papel en un sujetapapeles  que escondía detrás de sí y, mostrándomelo me dijo --Yo tengo órdenes de la jefa que solo pueden entrar hoy los que tienen acreditación de la empresa y están en la lista.

--Podemos mirar si estoy en la lista? --

-- Te tienen que haber dicho en la empresa que tenías que traer la acreditación para poder entrar --


-- Ya, el asunto es que todavía no he empezado a trabajar en la empresa --
Estaba pensando en todas las cosas que había practicado con Jesús. En estos casos lo mejor era no hacerse notar y colocarle una trola. "` vengo a traer las chanclas para xxx, que se las ha olvidado"' y asuntos similares. El tema es que yo no quería colarme aquí, sino que estaba invitado... o al menos eso me había dicho Natalia.


-- Osea que no trabajas en la empresa? --
--Todavía no--
--Entonces no puedes entrar! esto es sólo para trabajadores --
Y se puso a explicarme que el local estaba reservado para un evento de empresa.

Después de dos intentos conseguí que el tipo buscase mi nombre en la lista, El cuál encontró.

-- Pero no tienes el pase -- Roma no se hizo en un día supongo. La conversación siguió por esos derroteros hasta que decidió llamar a alguien. Ese alguien posiblemente contactó a otro alguien y al cabo de unos minutos una sonriente Natalia apareció de las sombras.

Después de regalar sonrisas a derecha e izquierda y con nuestro amigo el de la perilla más convencido, estuve encantado de seguirle hacia la breve oscuridad del interior, antes de volver a salir al patio interior donde varios grupos de, lo que suponía eran empleados de InGnio InGnieros, pululaban. Algunos en atuendos adecuados, otros, en pantalones cortos similares a los que tenía en la mochila.

Por el camino habíamos intercambiado los típicos "`me alegro que hayas venido"', "` te presentaré a este y aquel"', después de las lamentaciones y disculpas por el malentendido. Al igual que yo, Natalia llevaba vaqueros, solo que los suyos le quedaban mucho mejor y sus zapatillas de deporte estaban blancas impolutas, mientras que yo llevaba mis asics que ya no eran cómodas para correr. Ahí terminaban nuestros parecidos, pues ella llevaba una camisa blanca con el logo InGnio InGnieros. Yo me había puesto una camisa de lino, porque hacía poco que había descubierto el lino. En los calores de Madrid aprendí un par de cosas sobre refrigerarse o morir. En cualquier caso, allí estaba yo hablando con Natalia en mi camisa de lino azul y escuchando "`Not Fragile"' en mi cabeza. Por su atuendo, no creía que Natalia fuese a jugar mucho al padel aquel día

-- Jesús Díaz -- Este Jesús era mi futuro jefe, el jefe de ingeniería de InGnio InGnieros -- Vendrá un poco más tarde y he organizado una salita arriba -- se giró ligeramente, como la muchacha de la ruleta de la fortuna. -- Mientras tanto a lo mejor te apetece jugar un poco -- otra vez el giro -- Te presentaré a tus futuros compañeros, ven.--

Le seguí obedientemente, todavía sonriendo por la costumbre, que yo consideraba inusual, de la gente de Madrid de habitualmente mencionar a la gente por su nombre y primer apellido. Cuando era niño había llegado a la conclusión de que era porque en Madrid había tanta gente, que de otra manera habría confusión. En cualquier caso rodamos por la autopista hacia el bloque de pistas, donde comenzó la ronda de presentaciones.

Lo cierto es que mi interés en retener nombres y caras era limitado, pues no es que fuese a trabajar mucho con aquella gente, pero era una cuestión de educación y ciertamente no tenía ningún problema en seguir a Natalia por el recinto. En segundo lugar, sentía curiosidad por saber qué estaba haciendo previamente  mi llegada, pues ya llevaba un rato conmigo. Después de unas cuantas caras, llegamos a un mostrador a la sombra de unos árboles, donde había refrescos y frutos secos. Allí había dos mujeres y un tipo alto y desgarbado. Antes de las presentaciones, una de ellas se dirigió hacia Natalia, la cogió por el brazo y le dijo

-- Aquí estabas ... --
Y el resto no pude escucharlo. En cualquier caso ya tenía respuesta a mi pregunta. Después de presentarme al tipo alto y desgarbado e intercambiar besos con la otra mujer Natalia me presentó a la tercera, la cual parecía tener cierta curiosidad. Por lo que pude entender ella era la secretaria de Jesús Díaz. Empezó con preguntas sobre mí directamente, quién era yo y de dónde venía.

-- Así que has estudiado en Suecia -- la voz no era muy particular, pero el tono era ciertamente irritante. Buscaba algo para beber, así tendría excusas para retrasar mi respuesta y mis manos estarían ocupadas, con lo que sería menos probable que la estrangulase. Aparentemente todo eran refrescos y nada de cerveza, me decanté por una botella de tónica y asentí con la cabeza mientras capturaba un pedazo de limón de una cubitera y unos cuantos hielos de otra.

-- Veo que has leído mi currículum --
me giré sonriente para ver a Natalia agitarse y escuchar balbuceos que, predeciblemente llevarían a una respuesta aguda, pero yo no tenía ganas de escuchar su mierda, así que seguí hablando.

-- Si, estudié mi segundo ciclo allá y trabajé un tiempo allí, pero  el tiempo es mejor aquí -- dije señalando hacia arriba.
Quizás entendió la señal o quizás no, pero con un poco de ayuda de la avergonzada Natalia pasamos los siguientes 20 minutos hablando del tiempo en Suecia.

Seguimos hablando del tiempo, de las cortinas en Suecia y cosas así hasta que Natalia se llevó la mano al bolsillo y sacó un enorme Nokia de su bolsillo con un teclado qwerty y nos dió la espalda para hablar.

Al poco se giró de vuelta y me indicó que teníamos que irnos. El hecho de que no le explico a "`Lola"' a dónde o porqué nos íbamos y que ésta no preguntase nada me hizo pensar que sabía perfectamente a dónde íbamos.

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